Desde hace un tiempo me viene rondando en la cabeza la idea de meter a Benjamín a clases de natación, pero pretextos siempre han existido y sobre todo cuando una madre teme por el bienestar (físico o emocional) de su pequeño, y para ser honesta tengo que admitir que me daba un poco de temor, que si estaba muy pequeño, que si lo aceptarían bien, y más aún cuando veía que él le tenía miedo al agua, cada vez que intentaba meterlo se abrazaba fuerte y no se soltaba, no era así mientras estaba en la parte baja (en las escaleras) ahí se divertía de lo lindo; en la escuela inició el año pasado una clase de natación y me decían que al principio no quería, pero que al ver como se metían y nadaban sus compañeros él solo pedía entrar al agua.