El descanso de los padres

Todos necesitamos del sueño para recuperar las energías gastadas durante el día, los adultos requerimos de un mínimo de 8 horas diarias y los niños un promedio de 10 horas dependiendo de su edad y actividad física.
Ahora bien, cuando se es padre/madre se requiere de tener nuestra energía al 100% para poder seguirle el paso a nuestros pequeños, pero cuando se tiene a un pequeñito con necesidades educativas especiales nos vemos en la necesidad de recargar las pilas para poder tener además de tiempo y energía para ellos, toda la paciencia del mundo.
Seguramente me darán la razón cuando digo que una vez que nos convertimos en padres el sueño se vuelve un lujo, porque aunque deseemos dormir o descansar ya no lo conseguimos, o al menos no de la misma forma que lo hacíamos de solteros, y es que el oído se hace mas fino a cualquier sonido o movimiento de los hijos, las preocupaciones de todo tipo (salud, educativa, económica, terapéutica, etc) no nos permiten descansar totalmente. Y si a todo eso le sumamos agentes externos que se salen de nuestro control pues la situación se pone un poco mas difícil.
Estas ultimas semanas han sido un poco complicadas y el descanso ha estado muy recortado para todos, afortunadamente las cosas se han ido acomodando y todo está volviendo a la normalidad y con eso el sueño y descanso también, pero no cabe duda que sin este descanso la paciencia se reduce y la calidad del tiempo que les dedicamos también disminuye, en estos días pude notar que Benjamín se volvió un poco mas flojito y no quiere cooperar con las tareas y terapia de lenguaje, comprendo que quizá el observaba poca atención y ganas de trabajar de mi parte que de alguna forma estaba copiando mi forma de actuar, con el paso de los días empieza a cooperar nuevamente pero creo que con la llegada de las vacaciones tendré que ponerme un poco mas firme para poder corregir esto.

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