Sin duda la familia es importante, el núcleo cercano (papá, mamá y hermanos) nos hacen quienes somos, moldean nuestra personalidad, nos hacen seguros de nosotros mismos, nos dan valores y aunque en ocasiones tengamos diferencias con ellos, son el pilar más grande que nos sostiene.
Con las personas con síndrome de Down sucede lo mismo, muchas veces al no obtener una respuesta verbal por parte de ellos se piensa que no logran entender, que su capacidad intelectual está sumamente limitada y por tanto es mejor ignorarlos, no tomarlos en cuenta en las decisiones familiares, etc.
Para que la sociedad empiece a cambiar y logre entenderlos e integrarlos, primero tenemos que hacerle entender a la familia cual es la situación de nuestros hijos. Ayudarlos a relacionarse con ellos, permitirles la convivencia, darles información para que ellos a su vez informen a sus núcleos familiares y si ellos siguen compartiendo la información (buena información) tarde o temprano nuestros hijos tendrán mayores oportunidades.
Pero también es importante marcar los límites, muchas veces la pena nos hace callar y permitimos que la familia le fomente malos hábitos a nuestros hijos que a la larga favorece conductas inapropiadas que aparte de darnos más trabajo en casa (al tratar de corregirlos) no ayuda en nada a su integración en todos los ámbitos.
Aún cuando se nos tache de estrictos siempre hay que procurarles una buena conducta, con esto estaremos regalándoles un mejor futuro, una mayor aceptación y por tanto una integración exitosa.