Un ángel en casa

Después del nacimiento de Benjamín muchas personas me decían, “recibiste un angelito”, “son niños super cariñosos”, “no tienes idea de la bendición que recibiste”, “es un niño especial para una mamá especial”, “nadie mejor que tu para recibir a un niño como él”. angel

¿Un angelito?, para empezar odiaba el diminutivo “angelito” (claro que en esos momentos yo estaba muy sensible y a la defensiva, pensando que todo lo decían por lástima), yo no le veo las alas por ningún lado, pensaba, no quería que sintieran lástima ni por él ni por mi, todo va a estar bien me repetía incansablemente, por supuesto que no es un ángel!, al menos no uno con alas.

¿Cariñoso?, en esos momentos no quería saber si sería cariñoso, quería la certeza de que sería un niño como los demás, con sus travesuras pero también con las oportunidades (escuela, trabajo, amor, familia, etc).

¿Bendición?, claro que es una bendición, al igual que mi hija mayor, pero me llegó en condiciones diferentes, con una cubierta que no esperaba y que por momentos pensaba sería solo un mal sueño del que tarde o temprano despertaría.

¿Mamá especial para recibir a un niño como él?, qué podía tener yo de especial? yo no pretendía ser especial y si acaso lo era porque me tocaba a mi un reto como este?, no supondría el portarse bien una recompensa diferente, algo que me facilitara la vida y no que me diera más trabajo?

Ahora, 6 años después puedo decir con seguridad que sí tengo a un ángel en casa (es más, para envidia de muchos tengo a 2!) si, por que es el amor materializado, porque es perfecto para mi, porque complementa a mi familia como nadie más podría hacerlo y aun con su escaso lenguaje nos hace saber cuanto nos ama.

Claro que es cariñoso, cuando quiere serlo, pero también tiene carácter fuerte, dominante y decidido, sabe lo que quiere y cuando lo quiere, si no le sale a la primera vuelve a intentarlo, pero lo consigue. Se hace notar a donde quiera que va y se encarga de robar el corazón a quien lo permita, es muy sensible y sabe quienes lo aman sinceramente y en quienes no ve esa sinceridad pone su distancia, sé que en el futuro (y aún ahora) sabrá rodearse de personas que se interesen por él sinceramente y lo ayuden a sacar lo mejor de sí.

No creo ser alguien especial, tampoco soy creyente de que la discapacidad de un hijo sea el castigo por algo mal hecho en el pasado. He tratado siempre de dar lo mejor de mí en todo lo que hago, sé que mis hijos son bendiciones porque me han enseñado mucho, empezando por el milagro de la maternidad.

El reto de tener un hijo con síndrome de Down ahora sé que no significa más trabajo, sino hacer mejor el trabajo de ser madre. El cromosoma extra de mi hijo me ha dado muchas lecciones, me ha ayudado a crecer como persona, a fortalecer mi carácter.  Alguien me dijo este fin de semana “tu antes no eras así, eras muy dócil y nunca peleabas” , claro que he cambiado!, si un hijo necesita de quien luche por él cuando aún no puede hacerlo solo tienes que evolucionar, tienes que dar más de ti y pelear y luchar más allá de lo pensado para facilitarle el camino a él, ahora entiendo que no se trataba de él sino de mi. ¿Porqué a mi? Porque yo necesitaba cambiar, necesitaba mejorar!

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Síndrome de Down