A lo largo de estos 5 años con Benjamín, me he podido dar cuenta de que no soy la única que batalla con él a la hora de dormir, simplemente le cuesta mucho trabajo dormir (ahora menos que antes). Durante el primer año de vida de Benjamín, dormir no fue un problema, por el contrario, recuerdo despertarlo muchas noches porque no si no lo hacía él podía pasarse la noche entera sin tomar leche, no se despertaba por nada.
Cuando nos acercábamos a su primer año empezaron las fiebres y con eso su mal dormir, a pesar de que tenía mucho sueño no lograba conciliarlo, si lo hacía al poquito tiempo se despertaba, en fin, fueron años que me parecieron siglos, despertando casi cada media hora, litros y litros de agua (siempre se levantaba pidiendo agua), horas de arrullo que parecían no terminar, agotamiento intenso. Pero no todo es malo, después de que las fiebres finalizaron gracias a la homeopatía, su sueño fue mejorando poco a poco, y puedo decir con gusto y descanso que ahora duerme la noche entera sin despertar ni una sola vez.
Estamos quitando la siesta de la tarde y se nota el cambio, a las 9pm sin arrullos ni nada, se queda dormido y no se despierta hasta el día siguiente a las 7am. El descanso definitivamente es imprescindible y más aún cuando se trata de niños, el cambio empieza a notarse, está de mejor humor, coopera más en la terapia y en la escuela, etc.
“El sueño ayuda a que los niños(as) crezcan fuertes y sanos. Los preescolares típicamente duermen aproximadamente de 10 a 12 horas durante cada período de 24 horas, pero no hay razón para ser rígido en cuanto a qué horas específicas deben tomar esas 10 ó 12 horas necesarias. En esta etapa, lo importante es ayudar a su hijo a que desarrolle buenos hábitos para dormir.”(kidshealth.org)
Estamos logrando 10 horas de sueño seguidas, así que espero más cambios positivos en mi pequeño.